domingo, 17 de abril de 2011

Reflexión dominical del Padre Gregorio Gil Cruz. Nochixtlán

Domingo, día del Señor
“¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor!”
Evangelio Mt: 21, 1-11
            Cuando se aproximaban ya a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan al pueblo que ven allí enfrente; al entrar, encontrarán amarrada una burra y un burrito con ella; desátenlos y tráiganmelos. Si alguien les pregunta algo, díganle que el Señor los necesita y enseguida los devolverá".
           Esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta: Díganle a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, apacible y montado en un burro, en un burrito, hijo de animal de yugo.
           Fueron, pues, los discípulos e hicieron lo que Jesús les había encargado y trajeron consigo la burra y el burrito. Luego pusieron sobre ellos sus mantos y Jesús se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendía sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de los árboles y las tendían a su paso. Los que iban delante de Él y los que lo seguían gritaban: "¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!".
         Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Unos decían: "¿Quién es éste?". Y la gente respondía: "Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea". Palabra del Señor
            Iniciamos con la celebración del Domingo de Ramos, la Semana Santa. Después de habernos preparado intensamente durante la cuaresma, llegamos al gran acontecimiento de nuestra vida cristiana, el Misterio pascual. El acontecimiento de su pasión, muerte y resurrección, no es algo que sólo tenemos que meditar piadosamente o admirar, más bien debemos  esforzarnos por actualizarlo cada día. Hay que recordar que la semana santa no es solo pasión, dolor y muerte, también es esperanza de gloria, vida y Resurrección.
            La Cuaresma es una subida a Jerusalén junto con Jesús. Jerusalén es el destino final del itinerario cuaresmal y es también la culminación del itinerario terreno de Jesús. El subía a Jerusalén porque allí había de consumar su sacrificio, con el cual iba a obtener la salvación del mundo. El sabía con qué finalidad subía a Jerusalén y qué  iba a ocurrir allá. Por eso agrega: "Se cumplirá todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del hombre; pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido; y después de azotarlo lo matarán, y al tercer día resucitará" (Lc 18,31-33).           
            Jesús, consciente de que su hora había llegado y de que había cumplido fielmente la misión que el Padre le había encomendado, decide entrar a la ciudad de Jerusalén donde entregaría su vida por todos nosotros. Sabemos que la muerte del Hijo de Dios está en estrecha relación con su vida y su mensaje. Las exigencias de conversión, la propuesta de su estilo de vida, la nueva imagen de Dios, la nueva forma de ver la ley y las tradiciones, su crítica profética con los dueños del poder político, económico y religioso, desembocaron en la muerte violenta.
Hoy es Domingo de Ramos porque celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Pero entra como un rey humilde, pacífico y manso. No entra con tanques ni con metralletas para conquistar la ciudad. Tampoco entra en un caballo blanco al sonido de las trompetas, como lo hacían antaño los emperadores o los generales romanos después de vencer a los enemigos. No, Jesús entra montado en un burrito, signo de humildad y de mansedumbre. Es aclamado por gente buena y sencilla, y una gran cantidad de sus discípulos son mujeres y niños. Lo proclaman rey no con el estruendo de las armas, sino con los gritos de júbilo. Y no agitan bayonetas o pancartas, sino ramos de olivo y de laurel, signos de la paz. ¡Éste es Jesús, nuestro Rey, el Rey de la paz y del amor verdadero, el que entra hoy triunfante a Jerusalén!
            Hoy acompañamos al Señor Jesús llenos de alegría, aclamándolo como Rey del universo, por ello las palmas que recibimos en este día tienen que ser un recordatorio de que la victoria de Cristo y por lo tanto nuestra, se obtienen por medio del sufrimiento y la cruz de cada día. Hoy  consolidaremos nuestra opción por el reinado de Cristo; El instauró un reinado, que no consiste en comida ni bebida, sino en la búsqueda de la verdad y en una mayor promoción de una vida digna, en un esfuerzo mayor por conseguir una paz duradera y una verdadera justicia social, en vivir en un estado de gracia, y alcanzar la santidad en la vivencia del nuevo mandamiento: el amor a Dios, concretizado en el prójimo. A si, pues, como hoy lo aclamamos con ramos, palmas, y cantos alegres, en adelante con nuestras actitudes hagamos que El siga reinando en la vivencia de estos valores. 
Pero también hoy es Domingo de “Pasión” porque iniciamos esta semana de dolor, que culminará en la Cruz. Pero la muerte de Cristo en el Calvario no es una derrota, sino el triunfo más rotundo y definitivo de Nuestro Señor sobre los poderes del mal, del pecado y de Satanás.
Estos días santos son, pues, para acompañar a Cristo en los sufrimientos de su Pasión y en su camino al Calvario: para unirnos a Él a través de la oración, los sacramentos, y las obras buenas.
            Ojala nos demos la oportunidad de participar en  las celebraciones litúrgicas de esta semana, son momentos de gracia que el Señor nos da y que debemos de aprovechar. Es una oportunidad en la que nos podemos unir a los sentimientos de Cristo y experimentar su amor para que así podamos resucitar a una vida nueva. Dios los bendiga. Feliz domingo.

P. Gregorio Gil Cruz Glz.
gil_0971@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario